domingo, 18 de septiembre de 2011

Causas y efectos que produce la aplicación de determinados procesos de evaluación


La evaluación no se ve como un medio para conocer lo logrado o las dificultades de lo aprendido en el proceso de enseñanza aprendizaje, sino más bien como una forma de obtener una “nota” de parte del estudiante, por ello el efecto que causa la evaluación en los estudiantes es que ven al evaluación como un castigo, una tortura, algo indeseable, porque no se les ha explicado, en la mayoría de los casos, en lo que consiste este proceso dentro de la educación y lo que se pretende alcanzar con ello.
Muy apegado a la realidad lo que expone Pedro de Ahumada en su libro “La evaluación en una concepción de aprendizaje significativo”, lo cual expresa de la siguiente manera:  la evaluación,  genéricamente considerada, ha resultado ser siempre una cuestión problemática, mal aceptada por los afectados y, quizá, errónea o parcialmente abordada por sus ejecutores, lo que ha llevado a que se le asocie preferentemente con detección de errores o defectos o con sanciones o clasificaciones, no siempre bienvenidas, a individuos, programas o establecimientos”.

 
La evaluación debiera ser considerada un proceso y no un suceso y, por eso mismo, debiera constituirse siempre en un medio y nunca en un fin. La evaluación en una concepción de aprendizaje significativo, un modelo que es alternativo a las tradicionales posturas tecnológicas y conductistas del proceso evaluador, orientadas, casi siempre, a la comprobación de los productos del aprendizaje, tendríamos que tomar esto como base ante el pensamiento de lo que es realmente la evaluación, y si manejáramos todos este concepto y lo compartiéramos con los estudiantes, creo que sería menos la tensión que se diera en ellos a la hora de que se les aplicará una determinada evaluación, lo tomarían como lo normal que es la evaluación y creo que sería provechoso, saludable y beneficioso tanto para el estudiante como para el docente, debido que la tensión, el nerviosismo, etc., causa estragos a la hora de realizar una evaluación.

Más que simple medición y sanción, la evaluación está siendo orientada a ser un proceso de ayuda para conocer las formas y grados en que el alumno construye y da significado a sus aprendizajes. (junto al conocimiento tradicional, debe proporcionar aspectos fundamentales como los referidos a: capacidades motrices, al equilibrio personal y emocional, a su inserción social, a las relaciones interpersonales, etc., todo lo cual implica otorgar un carácter activo al aprendizaje para que éste sea fruto de una construcción personal donde también intervienen otros agentes culturales). (Pedro de Ahumada).

En forma paralela y durante largo tiempo, los educadores recibieron el influjo de los psicólogos conductistas, quienes consideraron al aprendizaje como sinónimo de cambio de conducta, sin embargo, estas explicaciones están hoy fuera de lugar. Las evidencias acumuladas han permitido esclarecer que el aprendizaje humano no sólo implica pensamiento y actuación, sino también afectividad, y sólo cuando se consideran estos tres factores conjuntamente, se está en condiciones de capacitar al individuo para enriquecer el significado de su experiencia. (Pedro de Ahumada). Ahora el docente tiene que ser afectivo con sus estudiantes ya que está tratando con personas que poseen sentimientos, con individuos únicos e irrepetibles, que en la mayoría de casos carecen de cariño, comprensión, afecto, etc., el docente más que un “educador” tiene que ser “maestro” y no solo enseñar, evaluar, calificar, etc…. la labor le invita a dar un poco más de sí.

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